La Productividad Mal Entendida

La productividad mal entendida

Empecé con la productividad hará cosa de cuatro años, y por la misma razón que multitud de personas: quería acabar con todos los frentes abiertos que, de algún modo u otro, nunca se cerraban ni terminaban. En mi cabeza había distorsión todo el rato con ideas de un tema y otro y no conseguía separar la vida laboral de la personal (esto merece un tema aparte). Así que a través de un buen amigo y socio de negocios me introduje en el tema de la productividad personal entendida como la manera de conseguir los objetivos que uno se propone de una manera óptima y sin estrés. No entendida como la manera de producir más para ganar más. No, no y no.

La productividad hoy en día está mal interpretada. Desde los medios generalistas se nos insta a “producir más”, con imágenes de cadenas de montaje y oficinas con voces en off que usan términos como crecimiento, producto interior bruto, economía, mercados, etc. Oigan, están hablando de sus cosas, de su liga. Los medios de comunicación generalistas pertenecen a quien pertenecen y están influenciados por quien lo están. Ya lo sabemos todos, no voy a descubrir la sopa de ajo ahora mismo. A través de ellos se propagan las ideas que perpetúan el modelo de crecimiento infinito que se pretende y en el que se basa el estado del bienestar y la economía capitalista en general.

Repito: están hablando de sus cosas, de su liga. Si, aunque te parezca increíble, no hablan de ti. Los poderes fácticos necesitan que todo siga igual, velan por su parcela, porque de lo contrario se van a pique y pierden su estatus. Pero cada uno de nosotros somos seres con consciencia y poder de decisión, tanto si tenemos el pan asegurado cada día como si no. No estamos obligados a trabajar más para ganar más dinero porque “no tenemos otra salida”, sino que estamos obligados por naturaleza a cubrir las necesidades básicas que podríamos definir en alimentarnos, relacionarnos y reproducirnos. Más allá de esto, aunque suene extraño, no tenemos por qué cumplir con las expectativas de ningún poder fáctico. No tenemos que satisfacer ni a los mercados, ni al país, ni a la economía ni a nadie más que a nuestro entorno (laboral y personal) y al conjunto del planeta. La responsabilidad individual empieza una vez las necesidades básicas han sido cubiertas y si queremos tener dos casas, dos coches, una moto y cinco hijos, pues entonces vas a tener que jugar al capitalismo y olvidarte de todo esto.

Así pues, si no basas tu felicidad en lo material, entonces estás buscando la productividad que yo mismo buscaba, entendida como debería ser: la productividad que te permita trabajar menos (porque el dinero es necesario) pero que te permita vivir más. Menos es más: menos horas trabajadas, también menos dinero, pero más calidad de vida, entendida ésta como aquella calidad formada no por comodidades, servicios o pertenencias materiales, sino como aquella formada por la posesión del tiempo y del uso que de él se hace.

Pero esto es sólo el principio, porque una vez recuperas el tiempo que estabas regalando sin saber bien bien por qué, entonces empiezas a “trabajar” para ti. Empiezas a desarrollar tus ideas, a hacer lo que siempre has querido hacer, a no hacer nada en absoluto. En definitiva, tomas el control de tu vida de nuevo.

Esa es la productividad sobre la que voy a hablar en este blog que, espero, os sirva de algo o, al menos, que disfrutéis leyéndolo. Esta es mi humilde aportación al mundo de la productividad personal y la calidad de vida.

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