¿por Qué Tanto Estrés? Parte 2

¿Por qué tanto estrés? Parte 2

En la entrada anterior comentamos cómo algunos aspectos del día a día y hábitos mal aprendidos pueden afectar al devenir de nuestros quehaceres, creando un efecto bola de nieve que al final nos incrementa el estrés. Pero no es el único motivo, hay otro muy importante.

Juan vive en un piso en plena ciudad. Cada día al levantarse se siente un poco cansado, no sabe bien el porqué. Analíticas para chequear los niveles de todo, ejercicio para dormir más, dieta más equilibrada… nada aporta resultados.

Al volver del trabajo, cada vez que pasa ante la comisaría de policía del barrio recuerda que tiene que ir a hacer el DNI: tiene que pedir hora. Luego va al supermercado y compra el cepillo de dientes que le falta y al llegar a casa se ha olvidado el pan. Baja de nuevo y, mientras camina, repasa el proyecto en fase de desarrollo que está un poco encallado, y se acuerda que tiene que enviar un email a María para consultar el precio del proveedor. Al llegar a casa su hija le abraza y mañana será otro día.

Tiene la mente llena de frentes abiertos y los tiene ahí, desordenados. Le asaltan en cualquier momento, donde sea que esté (caminando hacia la panadería), o ante un estímulo externo (pasando ante la comisaría). La mente es caprichosa. Y se le van acumulando porque no los resuelve. Se fía de su cabeza para cerrarlos (“mañana cuando salga a almorzar llamo a la comisaría”), pero cada día se olvida. Así, avanza muy lentamente y al final, el vaso se llena y no puede concentrarse en nada. Su mente está llena de distorsión. Y eso le genera un estrés tremendo, pero no lo sabe.

El gran problema de mucha gente que se etiqueta a sí misma como estresada, es que desconoce que usa su cabeza como sistema de gestión. Tengo que hacer esto, tengo que hacer lo otro. La mente no sirve para eso. Tiene excelentes virtudes, pero tiene grandes defectos. Es olvidadiza, caprichosa, traicionera a veces.

Uno de los grandes puntos de inflexión en todo proceso hacia una mayor productividad y calidad de vida es, precisamente, vaciar la mente y liberarla de la carga de ser el sistema de gestión. Para eliminar el estrés, hace falta crear ese sistema de gestión externa que libere a tu cerebro de esa tarea y en el que puedas fiarte al 100%. Para ello, existen varios métodos, siendo uno de los más extendidos el llamado GTD (Getting Things Done), ideado por David Allen, que propone una serie de herramientas y procesos para crear un sistema que libere a tu mente y no dependa de sus caprichos. Un sistema tan versátil que te permitirá recordarlo todo, y un sistema tan flexible que te permitirá usarlo en cualquier momento, lugar, y en función de cualquier variable que puedas imaginarte.

Y cuando digo que te permitirá recordarlo todo, me refiero a absolutamente todo. ¿Qué te parece si te digo que puede existir un momento de tu vida en el que nunca olvidarás nada y, además, no tendrás nada de eso que no puedes olvidar rondándote la cabeza? Y para rizar el rizo, podrás recordar lo que te interese en el momento en que mejor te convenga, e incluso “programar” los recordatorios para que te asalten cuanto te interese. ¿Ciencia ficción? No, pura realidad. Requiere trabajo y esfuerzo pero, aunque parezca imposible, no lo es.

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